sábado, 20 de noviembre de 2021

Carta al padre de mis hijos: te estás perdiendo lo mejor en la vida

Tú, que eres un padre ausente, física y emocionalmente. Te estás perdiendo su infancia, los mejores momentos que puede regalar la vida. Tú, que eres un padre ausente, física y emocionalmente. Te estás perdiendo su infancia, los mejores momentos que puede regalar la vida.



Te estás perdiendo lo mejor en la vida. Estás dejando pasar todo lo que vale la pena. La magia de su infancia se te escurre como arena entre los dedos. Los mejores momentos que puede experimentar y compartir un ser humano, las más memorables anécdotas, se van y nunca volverán.

Lamento el modo en que dejas pasar la frescura e inocencia de su niñez. Siento pena cuando veo el amor y la alegría que desperdicias con cada segundo que evitas a lo más lindo que nos ha podido regalar la vida.

Comprendo el vacío que hay en tu mirada, porque aprecio sin dificultad alguna aquello que falta en tu corazón. Incapaz de cumplir con tu obligación como padre, dedicaste noches a la mala vida y días a reponerte, cuando la verdad del universo estaba dentro de tu hogar. Definitivamente, te estás perdiendo todo.

Te estás perdiendo demasiado

Miré hacia adelante, como siempre, como me enseñó la vida a fuerza de golpes. Por y para ellos, mis pequeños angelitos. Pretendí no pensar lo que realmente sucedía cada día tras nuestra separación forzada por el dolor que provocabas, y el mal ejemplo que dabas. Inmaduro, estás tan verde que no puedes apreciar el tesoro que tienes en manos desde el día en que llegaron a nuestra vida.

Deberías ser todo un hombre, un caballero al que los chiquillos puedan admirar e idolatrar. Un modelo a seguir, una figura responsable siempre presente y disponible para ellos. Fallaste, y aun así ellos te aman con su alma entera, te piensan y te esperan en vano.

Por aquí los días pasaban cargados de un amor puro, profundo, incondicional. Teñidos de color, musicalizados por sus bellas y dulces voces. Entre juegos, canciones, nanas y las más desopilantes ocurrencias infantiles las horas pasaron volando, escribiendo en nuestro anecdotario locuras inolvidables.

No te culpo, siento pena

No te culpo, tampoco te odio, porque solo puedo experimentar lástima y tristeza. Desde luego, desearía que las cosas fueran diferentes, sobre todo porque te estás perdiendo lo mejor en la vida. Pero yo ya te he dejado ir.

El tiempo no tiene marcha atrás. Sigue intentando tragar de un sorbo todo el tiempo que derrochaste, mientras yo disfruto de cada segundo a su lado. Acuéstate con quien quieras cada noche, que yo tengo la fortuna de dormir abrazada a mis reliquias en miniatura.

Sigue lidiando con la resaca y especializándote en el arte nocturno, que yo les enseño a mis niños a ser artistas, médicos y todo lo que quieran y sueñan. Tu podrás hacer alarde de salir con muchas personas, yo me enorgulleceré de alimentar un amor que durará toda la vida.

Continúa como acostumbras, inventando excusas mientras yo creo recuerdos. Te sorprendes de las cosas que los niños aprendieron y de su crecimiento e inteligencia. A mí, por el contrario, no me resulta para nada desconocido.

Es que yo he sido la encargada de darle enseñanzas y transmitir valores. Algo que siquiera sé si tú sabes o puedes hacer. Lamento que te sorprendan las muestras de afecto, cariño y protección entre ellos. No me despeina, sé lo dulces y compañeros que pueden ser. Mi fortaleza en tanta debilidad. Amando tal como yo amo a ellos.

Te estás perdiendo lo mejor en la vida. Estás dejando pasar todo lo que vale la pena. La magia de su infancia se te escurre como arena entre los dedos. Los mejores momentos que puede experimentar y compartir un ser humano, las más memorables anécdotas, se van y nunca volverán.

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