Son muchas las personas que en su historia de vida conectan con otros por algo. Una estrecha relación con sus abuelos. Varios millones de personas alrededor del mundo han sido criados por esas personas especiales que son padres y a la vez amigos. Muchos han crecido con sus abuelos muy cerca de ellos, en casos más que una madre o un padre.
Y es que el amor de un abuelo es un privilegio único en está mundo. Pueden permitirse darnos todo el amor que pensaron que no le darían a más nadie después de que sus hijos crecieran.
Pueden mimarnos como si no hubiese un mañana, ¿Qué si nos malcrían? Obvio que sí, pero para resarcir esos daños están los padres, para meternos en cintura y regañarnos. Cosa que más rápido nos hace correr hasta los brazos de nuestros abuelitos, lugar donde la comprensión y la empatía no se agotan, son infinitas. Esos seres súper especiales que parecen hechos a mano y moldeados como una galleta muy dulce, con todo el amor del mundo y las cosas que más nos gustan ojala fuesen eternos.
Pero ellos también son seres humanos, y están atados a las leyes terrenales, como cualquier mortal, aunque creamos que han salido de un cuento para niños y vendrán cada día a jugar cuando los llamemos. Sea en el momento que sea, tengamos la edad que tengamos, la pérdida de un abuelito es una cicatriz que no sana completamente, jamás.
De repente entramos en contexto con nuestro entorno. La muerte existe y no sabemos cuándo vendrá, solo tenemos la certeza de que lo hará. Esto nos hace replantearnos muchas cosas, entre ellas nuestra propia existencia. La de nuestros padres y más de uno piensa en el tiempo que ha malgastado hasta entonces. Pero no todo debe ser tristeza, o por lo menos yo lo veo así. Es momento de desahogarse, de abrazar tus emociones, sufrir tu perdida, aceptarla y dejarla ir. Soltar el dolor y quedarte con lo positivo.
Jamás voy a olvidar a mi abuelo, lo amo y no lo voy a dejar de hacer. Su amor, su recuerdo y sus abrazos vivirán siempre en mi corazón, en mi memoria y en mi vida entera. No quiero recordar su cabello peinado hacia atrás como él nunca lo hubiese puesto, ni tampoco su carita enmarcada por esa ventana transparente que dividía el espacio entre nosotros y el.
Yo prefiero pensar en que la última vez que lo vi, le dije que lo amaba y le di un beso en la frente. Prefiero recordar como aplaudía cuando de niña yo bailaba sus canciones favoritas. Quiero recordarlo como ese abuelito que siempre tuvo una palabra de aliento, que se preocupaba por mí y por mi hermana al igual que por todos sus nietos. Que aunque ninguno de nosotros era de su sangre si éramos parte de su corazón.
Siempre tendré en mi memoria sus ojos pequeñitos, todas sus arrugas y su cabello blanquito y un poco largo. Su sonrisa tan gigante y luminosa como un día soleado. Si también has visto partir a un abuelo o una abuela de seguro entiendes que todos esos momentos junto a ellos son tesoros invaluables, y si aún los tienes te puedes contar entre las personas con buena estrella.
Los abuelos, parte importante de nuestra vida.
Si estas cayendo en cuenta de que no quieres desaprovechar ningún minuto en adelante y que lo mejor aún está por venir te dejo unos consejos:
-Los detalles siempre son bien valorados, las galletas preferidas, la música de su época, una anécdota, o incluso como estuvo tu día, son cosas que cualquier abuelo quiere compartir.
-Los abuelos tienen muchas carencias, la vista ya no es la misma, la movilidad, ni siquiera la manera de comer, entonces, ¿en que puedes ayudarle? A comer, a buscar algo, hasta cortarse las uñas a veces es muy difícil.
-Una llamada es milagrosa, si tu abuelo tiene teléfono ¡llámalo! No importa si es muy temprano en la mañana o la hora de la novela, tu llamada siempre será muy especial, aunque solo sea para chequear que está bien.
-Si tienes hijos procura que también compartan con ellos, de esos encuentros solo se puede aprender, en ambas direcciones.
No olvides tratar a los seres que quieres como quieres que te traten a ti. No los alejes de tu vida, inclúyelos y hazles saber cuánto te importan, eso no te hace menos persona, menos hombre ni más sensible.
Y si nunca le has dicho que lo amas, hoy es un buen día para empezar, no dejes que la vida te recuerde que en algún momento se irá.
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