“Para mí, él es perfecto. No tuve ninguna duda de quedarme con él, independientemente de lo que me aconsejaran. Es capaz de coger las cosas sin problemas, lo que es realmente sorprendente. Está progresando muy bien. Henry está contento, le encanta sentarse en su trona, pero hay que tener cuidado. No puede usar un andador porque no es seguro para él porque no tiene sus extremidades inferiores”
–Rosie, madre de Henry Higgins, por medio de la fundación Reach–
Esa fue la decisión a la que se expuso Rosie Higgs, una mujer de 29 años residente de Londres, Inglaterra. Cuando solo llevaba un par de meses de su embarazo, el médico le dio una triste noticia: su bebé sufría del Síndrome de la Banda Amniótica, un problema de desarrollo que significa que el normal procedimiento de crecimiento de ese bebé estaba siendo interrumpido.
En la práctica, esto significaba que su hijo podía nacer con una o varias de sus extremidades menos.
Al poco tiempo se supo la prognosis: el pequeño Henry nacería con un solo brazo, así como sin sus dos piernas. Su madre tuvo que pensar muy bien, qué clase de vida le estaba ofreciendo a su hijo. Pero luego de mucho pensarlo, decidió que lo que sentía era lo correcto: ella quería traer a Henry al mundo de todas maneras.
Pero juzgando por el entusiasmo que tanto su madre como su familia expresan por tenerlo como parte de su familia, por lo menos él puede estar seguro con una cosa: el apoyo de sus seres queridos nunca le hará falta.
Afirma que Henry tendrá una vida muy ruda, no es nada del otro mundo.
Las leyes de Inglaterra permitían a Rosie decidir el futuro de su hijo al enterarse que nacería con graves discapacidades. Pero ella decidió seguir adelante: ahora lo describe como un “chico coqueto” que va creciendo muy rápido.
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